¿Te parece un desafío insuperable?

Benditos abuelos

Benditos abuelos

Ayer, navegando por Twitter me encontré con muchos comentarios de gente contando lo que están viviendo con sus familiares mayores. Benditos abuelos, Benditas abuelas, personas mayores que son más proclives al dichoso Coronavirus.

Algunos viviendo solos en sus propias casas sin posibilidad de ver a sus nietos por el miedo al contagio. Muchos otros contagiados y que, en ocasiones, ni pueden acudir a un hospital para ser tratados o, si pueden y hay colapso, tienen que ser los últimos de la fila. Y los que no superan la enfermedad y se mueren solos. Sin poderse despedir de sus seres queridos y, en muchos casos, sin poder ser enterrados como se merecen.

Sobre ellos tenía ganas de escribir en este miércoles de cuarentena en casa. Pero mi sorpresa fue ver la ilusión y las ganas de escribir sobre el tema, sin yo decirle nada, de mi media naranja, mi confidente, mi amada.

Así que sin más historias, te dejo con sus palabras que ya te digo yo, son mucho mejores que las mías.

Benditos abuelos por Maite Oza

Para todas esas personas que todavía los tenéis a vuestro lado, ¡¡cuidadlos!! Benditos abuelos.

A mis amigas que hacen cosas maravillosas por ellos, porque sabéis que el amor de un abuelo es irreemplazable. 😘

A la Web de voluntariado por ayudar telefónicamente a personas mayores que están solas.

Benditos abuelos

Un poco de historia

Siempre te echo de menos, pero llevo unos días acordándome más de ti todavía. Hace unos años que te apagaste y hoy me alegro de que así fuera. No podría dejarte ir viendo cómo ponen una pegatina negra en tu expediente hospitalario para terminar muriendo por falta de medios, tras una elección selectiva modo Dios.

No podría llorarte ni abrazarte como hice en su día, ni despedirme de ti rodeada de tus seres queridos. Así que hoy, sé que ahí dónde te llevo, nadie te podrá sacar, a salvo conmigo en mis recuerdos y en mi corazón.

Tú que naciste en 1917; por consiguiente antes del fin de la Primera Guerra Mundial, sobreviviste a la gripe española, a una Segunda Guerra Mundial, a una guerra civil, luchaste por tus ideas, por tu país, te hicieron preso por ir en contra de un régimen, te alistaste en la legión pasando hambre en el desierto del Sahara, viviste una dictadura que cohibía tu libertad. Pasaste por una transición en la que un pueblo dolorido y castigado supo levantar a todo un estado, unidos ante la adversidad con un esfuerzo ejemplar. Te tocó de cerca la violencia de ETA en el País Vasco, indignado y repugnado por sus crímenes.

Esta es la historia de España, de nuestros abuelos, la que deberían enseñarnos en los colegios desde pequeños, explicándonos cómo creasteis una gran nación de la que sentirse orgullosos.

Ellos son un ejemplo de sabiduría y tenacidad. Son los que han cotizado a lo largo de todos estos años para tener sanidad pública y percibir una jubilación, los que han hecho que podamos ser libres e independientes, los que nos han educado en el respeto, la humildad, inculcándonos valores y dándonos mucho amor.

Todo ese esfuerzo y sacrificio tirado por tierra con políticos que no han hecho nada más que avergonzarse de su pasado, insultando su memoria, sembrando rencor con vivencias que ellos no tuvieron, dividiendo a sus ciudadanos, para encima terminar robando sus ahorros.

Ahora nuestros mayores nos sobran, generan mucho gasto así que les pedimos que se rindan, que dejen sitio a los más jóvenes, más sanos, que den sus vidas por ellos. Mientras, vivíamos de sus pensiones y cuando estorbaban en casa terminaban en asilos, en los que ahora, mueren solos. Desgraciadamente los hemos usado egoístamente.

Se sienten abandonados, desamparados y tienen mucho miedo, un miedo atroz:

  • a que les pase algo y nadie vaya a socorrerlos
  • a no despertar
  • a la tremenda soledad impuesta por esta enfermedad y una pésima gestión de las personas( por ponerles un adjetivo) que nos gobiernan.

Benditos abuelos. Se me parte el alma ver que nuestros ancianos de los que tenemos tanto que aprender, se nos van sin tener siquiera una muerte digna. Pacíficamente, los estamos dejando morir mirando hacia otro lado, con una cobardía sin límites, sin hacer nada para evitarlo.

¿En esto nos hemos convertido?

En unos monstruos despiadados y desalmados, que solo se preocupan por poder y dinero. Nosotros que hace no muchos años saltábamos a la calle indignados por el sacrificio de un perro, utilizando el término de “asesino”.

Calificar esto me resulta muy complicado sin caer en el insulto. Este trato vejatorio por parte de nuestros dirigentes, que tienen una atención sanitaria extrema y privilegiada por estar en la cúpula del poder, tiene difícil definición.

Parece que vale más sentir la muerte de un preso, que la de los cuerpos de seguridad del estado, sanitarios, trabajadores expuestos así como nuestros ancianos. Esta es una sociedad miserable, le hemos puesto precio a nuestras vidas vendiéndonos al mejor postor, pero no a las mejores personas, sino a las más desalmadas y sin escrúpulos.

Hemos consentido que terroristas sean recibidos como héroes y gobiernen ciudades. Que nos impongan ideologías separatistas generando miedo.

Hemos perdido el sentido del honor y la dignidad, siendo nuestra única preocupación disponer de datos en el móvil y poder irnos de fiesta.

Hemos pecado de incoherentes hasta límites insospechados.

Los que antes no querían fronteras, ahora quieren cerrar autonomías.

Los que abogan por la sanidad pública se van a la privada y al revés.

Los que no querían ejército, ahora lo piden a gritos.

Los que votaron a partidos que creían velarían por sus intereses de trabajador humilde, ven como les han mentido descaradamente predicando austeridad, y no solo se lucran a costa de los ciudadanos, desfavoreciendo a los que más lo necesitan ,sino que además, no renuncian a sus vertiginosos sueldos.

Los que abogan por la libertad de expresión; censuran artículos, cierran páginas de redes sociales e inyectan millones en televisión privada cuyas ganancias son más que demostrables, para así seguir manipulando la información, ocultándonos la terrible verdad.

Desgraciadamente esto no es una pesadilla que terminará despertando al día siguiente. Es la triste realidad y no hemos reaccionado a tiempo.

Podemos y debemos exigir responsabilidades y no seguir consintiendo que todo esto ocurra. Unidos pero con congruencia y moralidad.

Así que ves Papi, me alegro de que no estés. Que no tengas que vivir otra dictadura impuesta por gente que se decía aliada. Que no tengas que luchar en otra guerra (en la que ni siquiera puedes defenderte porque no solo el enemigo es invisible sino que no tienes medios para combatir) y que no tengas que volver a tener miedo por un futuro económico incierto

A nuestros benditos abuelos que tanto han peleado porque no nos faltase de nada, se lo hemos quitado todo, hasta la vida.

Maite Oza

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