Tú pide que yo te doy. 

La tarjeta de visita

La dichosa tarjeta de visita que me ha sido impuesta durante tantos años y a la que le tengo una ligera tirria, vuelve después de mucho tiempo a mi vida. Es necesaria o es una perdida de tiempo. Siempre me hago esta pregunta.

tarjeta visita

Todavía me sorprendo cuando escucho si quiero tarjetas de visita para dar a los clientes. Siempre digo que debo ser algo raro, pero cuando me encuentro gente que piensa como yo, pues uno se siente orgulloso de pensar así.

Recuerdo por el 2011 que un día me llegan con un montón de tarjetas de visita, no se, calculo unas 200 o por ahí, y me dicen que son para mí.
Sin decir nada, por no discutir, pienso para que coño quiero tantas tarjetas si la mayoría se van a tirar a la basura…..

Lo mejor es conseguir una buena impresión en el interlocutor y una vez que te pida una tarjeta de visita, le mandas un email con tus datos o le dices que te puede buscar por Internet. Pienso que esa es la mejor tarjeta de visita.

Por eso, debemos cuidar día a día nuestra marca personal. Adaptar el mundo profesional al mundo personal es cada día más importante en las redes sociales. Antes las usábamos como algo muy personal pero, eso está cambiando y se están convirtiendo en un espejo hacia el mundo que nos rodea.

Por tanto, la tarjeta de visita clásica tiene que quedarse en un cajón y dar paso a la tarjeta de visita virtual donde podremos conocer mucho mejor a la persona con la que queremos contactar.

Si consigues un dato de tu interlocutor. Su email o su teléfono, envíale tu tarjeta digital. Ya verás como eso si impacta.

Ayer me pasó una historia muy chula, por eso surge esta actualización. Y hoy leo una buenísima entrada sobre el tema que, por cierto, puedes leerla aquí o a través del tweet que acabo de compartir, ya que se la ha currado mucho.

Estábamos en una mesa, 5 desconocidos y un colega. Todos decidieron sacar las tarjetas y entregarlas unos a otros. Yo no tenía, porque entendía que el evento no era basado en la consecución de clientes. Aquí se puede discrepar de que un comercial tiene que llevar siempre una tarjeta encima. Pero ya sabes que soy muy raro 😉 y prefiero charlar con el interlocutor. Después ya me encargaré de buscarlo, si realmente me interesa. Así lo hice.

Ahora me gustaría saber, si los que estaban en la mesa, todavía mantienen esas tarjetas de visita en su poder, porque realmente yo quería buscar a mis antepasados 😉

Conclusión

La tarjeta de visita es necesaria, no seas raro como yo, pero tampoco las tires al aire a ver quien las coje. Y como dice Enrique F. Brull, conecta con la gente, los vínculos se generan con emociones, no con papel. 

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